Justiciero social y bandolero romántico: Luis Pardo
“Si ustedes son hombres y no amujerados, salguen de las jalcas a encontrarse conmigo, allí veremos quién es quién y no estén como gallinas en sus corrales careando”
Luis Pardo Novoa, nació el 19 de agosto de 1874 en Chiquián, pertenecía a una familia acomodada y conocida en la región de aquel entonces: su padre don Pedro Pardo Zorrilla, hacendado y propietario de Hacienda Pancal, había participado en las montoneras Caceristas contra Nicolás de Piérola, y su abuelo llamado también Luis Pardo fue acalde en dos oportunidades de Chiquián.
A los once años de edad, su padre fue asesinado por los hermanos Alvarado, debido a una disputa territorial, siendo este crimen en cubierto por las autoridades. Además, su madre, llena de pesar murió al poco tiempo. Luis Pardo, se vengó de los hermanos Alvarado, en venganza sobre la emboscada sobre su padre, dando muerte con una carabina, y así comenzó su vida al margen de la ley.
Su abuelo se encargó de su educación. Luego de haber cursado sus primeros años de estudios en Chiquián, lo envió a Lima para seguir sus estudios secundarios en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe, nutrido de ideas y con amplio conocimiento académico regresó a su natal Chiquián. Al alcanzar la mayoría de edad, asumió el control de la hacienda de Pancal, a diferencia de otros terratenientes que explotaban a sus criados, Pardo hacia cumplir con los derechos de igualdad, gratificando su trabajo. Entre los días de descanso solía reunir a sus trabajadores para enseñarles a leer, a escribir y orientándolos en reglas de urbanidad.
A los 19 años, contrajo matrimonio con Julia Ramírez, con quien no tuvo hijos y posteriormente se separaron. Cerca de los veinticinco años, se volvió a enamorar una vez más de Zoila Tapia, una joven pastora quien cariñosamente lo llamó “ANDARITA” con quien formó vida conyugal. Pero su felicidad duró poco; Zoila falleció al dar a luz a su hijo, quien murió poco después.
Por aquel entonces ya integraba a las filas de las montoneras de Andrés Avelino Cáceres, cerca de Barranca, el grupo tuvo un sangriento combate con los soldados de Nicolás de Piérola, pues fueron derrotados y tomados prisioneros. Pardo huyó de la cárcel y desde ese entonces fue constantemente perseguido por la justicia.
El bandolero en acción
Pardo se convirtió para los pobladores en un justiciero que se había revelado contra la tiranía, defendiéndolos de los abusos y los atropellos de los poderosos ante una justicia sorda y corrompida. La historia tuvo lugar a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, y han sido contados por los pobladores en distintas versiones, pero todos concuerdan que fue un hombre solidario, generoso, y con un alto sentido de justicia frente a la opresión y el descontento social, un excelente jinete, hábil tirador y un empedernido mujeriego. La aparición de Pardo Novoa, motivo el temor entre los hacendados y mineros, ya que muchas veces les imponía cupos y luego tras adquirirlos lo distribuía entre los más pobres y necesitados, la fama de Pardo se consolidó como revolucionario y justiciero social porque el pueblo lo veía como protector de los pobres y desamparados.
Mostrando su total desprecio a su propia vida, en una ocasión ingresó a una fiesta de uno de sus enemigos, entregándose a la diversión con total valentía de que sus rivales no se atrevieron a enfrentarlo. En otra oportunidad, estando en la ciudad de Supe, contemplaba una corrida de toros, exponiéndose a la vista de todos y de pronto fue descubierto por las autoridades y ante la inminente captura, se lanzó al ruedo con poncho en mano se abrió paso entre los animales, toreándolos, mientras la concurrencia celebraba con fervorosos aplausos, de pronto entre la muchedumbre huyó.
Poco después, un 5 de enero de 1909, a los 35 años de edad murió. En el suelo el cadáver de Pardo Novoa, el gobierno de Augusto B. Legua, organizó un destacamento para capturarlo, desde Lima salió un contingente de cincuenta gendarmes al mando del sargento Álvaro Toro Mazote, quienes enrumbaron con destino a la región norte. Al llegar a Chiquián y luego varios días de persecución, le dieron caza en una cueva, cerca al distrito de Cajacay. En el jugar llamado Jacar, lo mataron. Antes de morir en manos de sus perseguidores, Pardo, creyendo en una posible huida, prefirió lanzarse a las caudalosas aguas del río Fortaleza y que en la actualidad existe un puente que lleva su nombre. En el lugar fue acribillado, luego lo trasladaron a la plaza principal de la ciudad de Chiquián, donde lo tomaron fotografías como prueba de su muerte. Así murió el justiciero social, el bandolero romántico, Telmo Luis Pardo Novoa.
En 1929, se filmó una miniserie en honor al justiciero de los pobres, y posteriormente en 1955 en Chiquián, su tierra natal, lo declararon “HIJO ILUSTRE Y BENEFACTOR DE LOS POBRES”.
“Si alguien me mira altanero; yo soy como el aguacero, que al soplo del viento crezco”